85 AÑOS
Quien no ha sentido como se le enciende la lengua en el almuerzo, no ha comido en la PICANTERÍA LA MUNDIAL.
Ese romance entre la comida y el fuego se mantiene incluso fuera de la olla. La candela persiste en los ajíes y hasta en el anisado que acompaña los sagrados alimentos. En la tierra de Melgar, con la comida no se juega. Es pasión pura.
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